dissabte, 14 de gener del 2017

Visceral.

Tragar saliva, se encoge el pecho,
Te falta el aire, piedra en el estómago:
Visceral.


Encontrarte ante todo, primero el espejo.
Darse permiso para sentir algo,
como si nos fuese a salvar del castigo de hacerlo.


Siento mi retórica dañada,
El sol del abismo ya es más cercano,
Rozas lo ambiguo, tocas un cambio.


Constante distorsión de los echos,
Bien hecho, saca pecho.
Constantes juicios de meros deshechos.


Olvido intermitente, para así no enloquecer,
De enganchar los fragmentos,
De nuestras mentes psicóticas que no ven un fin.


Un fin quizá inventado,
para no ver el camino y sentirse atrapado.
Sólo es un mal trago.


Donde muchos se ahogaron.
La empatía se retuerce de tanto llanto,
cuando escucha que cada uno es amo.


La sensación de ser únicos,
Es una condena con la que marchitaron,
La sensación de ser libres con sólo un abrazo.


Nos sacamos las garras,
Porque sólo hay deseo de lo que quiere el otro.
Y nosotros pensamos, necios, que eso tiene dueño.


Tragar saliva, se encoge el pecho,
Te falta el aire, piedra en el estómago:
Visceral.


Subir al metro, cabello negro cantando,
Encuentro el espejo, otra alma sangrando (sentimientos):
Es mi reflejo.


Salir la sonrisa, complicidad.
Somos nosotros.
Principio y final.


Visceral.
Racional.
No importa ya.




Desconocid.

Pesa el ánimo

Alagón (Zaragoza)

Cuestan las metáforas, pero no cesan los versos,
Cuando el ánimo pesa,
Para hablar del adentro.


Atrapadas entre bloques de cemento,
No se acaban nuestros sueños.
Cuando el ánimo pesa,
Vuelven los miedos.


Aquellos que creías obsoletos,
adquieren nuevas formas,
Bloqueos.
La angustia de perder aquello,
Que tanto costó conquerir
A base días de desconsuelo.


El saber que lo que te da la risa,
Su ausencia te la arrebata:
Comprender "que si no muere mata".
Pero todo pasa.


Sí, pasa el peso pero,
No vale huir del temor del deseo,
Él teme que no lo deseen:
Que siempre esté solo.


Qué caprichoso,
Te suelta las dudas y la antagonía.
Contradicciones usándolas de coartadas.

El miedo es el enemigo,
el mejor aliado del siglo veintiuno.


Creyendo en falacias que espesan el jugo,
Del fruto prohibido:
Prohibido pensar, prohibido escuchar.


Somos las sombras de nosotras mismas,
La misma materia la tuya y la mía.
Dejadme tocar el sabor de las nubes,
Quiero ser libre, pero no puedo,

sin el pasado:

Pero cuando pesa el ánimo...

Lunática.

R e l e n t i z a d a,
brillan las hojas de los árboles
en el otoño caluroso que tardó en llegar.

Mientras, tu, bajo el sol frío de un desierto,
bajo la lluvia de una tímida selva,
sientes como yo, escalofríos de kilómetros.


Nuestros cuerpos danzan bajo un mismo son,
aquello que dicta el corazón,
está en la tierra, está en la luna,
sabemos lo que es llorar,
por ausencias que llenan la esencia,
por el ansia que estrangula,
de sentirse sin quizá volverse a ver.


Somos el dibujo que un niño quiere ver,
pero el monstruo de la llamada razón
impide que los trazos conecten los vértices 

que crean nuestra constelación.

Constelación de saberes,
del ser y el corazón,
de la empatía con el verde,
el agua y el calor.


Abre el porticón,
de tu humilde morada,
siéntete cercana conmigo que te escucho,
tu voz es el eco de mis pensamientos,
y éstos también el sonido de tu atardecer.



Unimos el tiempo y las fuerzas,
mirando al cielo, pensando en ellas,
en las sonrisas que nos ensanchan
la cara y el alma,
el amor y las ganas.


R e l e n t i z a d a,
nunca las hojas de otoño
hablaron tanto como las hojas de otoño.