dilluns, 14 de març del 2016

El ritmo

Cordillera de los Andes, Argentina

Las pasiones que nos mueven,
El arroyo, dinámico en su curso.
Lo que de ellas aprendemos,
Las piedras del camino.
...
La intensidad de la mirada,
Como el sol que a veces quema en la piel.
Las caricias y los besos,
Son las nubes pasajeras,
Llenas de sombra y de luz,
Cuando se unen mojan la piel,
Y dejan empapada la vereda.
Cuando se levanta el camino polvoriento,
Sediento ver los cielos agitarse,
El beso de los versos,
Guarda el mejor detalle.
Hoy me siento encerrada, en el lugar más abierto, quizá sean las montañas.
Las montañas me rodean, gigantescas, y hoy mi cabeza no puede pensar en lo que hay dentro de ellas.
Tan sólo puedo ver, entre mis párpados, nuevos horizontes que necesito alcanzar.
Se terminó la calma,
Empiezo a proyectar,
Un rumbo firme y agitado,
Que explota mi mente al fin de subsistir,
Con el alma,
Y existir.
Ahora sólo me acompaña,
Del precioso pasaje la fragancia,
De melancolía intacta,
Que por un instante pensé que había perdido.
Es el duende que en mi habita,
Que de nuevo quiere aprender.
Quiere mostrarme algo,
Haciendo vibrar mi ser.
Lo que amo es lo que soy,
Y vuelvo a enamorarme de esa melodía,
De las vísceras,
Que cual al caminar,
Marca el ritmo del latido
De la voz al despertar.
Cuando se levanta el camino polvoriento,
Sediento ver los cielos agitarse,
El beso de los versos,
Guarda el mejor detalle

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