divendres, 9 de febrer del 2018

Enredo.

Pienso en otro verso, Mientras me desnudo; Lento. Ya me cuesta plasmar, compaginar, Lo cotidiano y lo poético. Alguien se encargó de romper la humildad, Que es necesidad, para atrapar momentos; En el tiempo. Bailar con la angustia, de no saber a quien envidias. El problema de la corporeidad, Primacía visual, sensorial. Tiempos modernos. No saber a quien envidias, Si a quién ansia libertad: Octogenario que no se puede desplazar, Por largas ramblas, ni extensos paraderos, Recuerdos intensos que ya no puede alcanzar. Ni el último párrafo ya puede recorrer, Senil victoria del cerebro desgastado, Pero siente el segundo, el momento desaprovechado. Desaprovechado, Un beso en la efervescencia, Del jóven maníaco desatado, El que sentimos que se apaga, A golpes de rutina y latigazos. Latigazos, que en la piel chocan, Como susurros de una voz comprometida, Que te promete, como ahora quieres, Que por mucho que enloquezcas todo te pertenece. Dulces falacias, dulces caricias, De los versos que se me ocurren, Cuando me desnudas; Lento. Y el ritmo del latido se acelera, Cuando sabes que el aliento de la vida se atraviesa, Como un clavo en la madera, Con unos sueños translúcidos, Que dejan escapar la pureza. Pues nada queda intacto, Ni la más dura corteza, Si te atreves a poner a prueba los dilemas, Que se aparecen cuando la realidad te quiebra. Pero que es esto si no un simple poema, De rimas ni siquiera densas, Como el humo de un cigarro que ni si quiera quemas, Porque son otras fuerzas las que lo consumen. Enajenación y agenciación en un mismo verso, Contradicción es nuestro paradero. Desaprender pero ¿cómo?, La dualidad que es inherente casi a nuestro rostro. Ya tengo frío; estoy desnuda. Tu ya te has ido. Rápido. No tengas miedo, Vuelve a pensarlo; Lento.

[Marzo.17]

Barri de Gràcia (Barcelona)

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